introducción

Antecedentes

Esta tesina se plantea estudiar los estereotipos visuales presentes en las piezas que refieren a las efemérides históricas argentinas, con el fin de dilucidar su influencia en la configuración del imaginario social y la construcción de una identidad nacional. Teniendo como eje estos conceptos, el registro del desarrollo teórico acerca del tema se orientó a partir de dos grandes criterios que permitieron cierta especificidad en la búsqueda de estudios relacionados: por un lado, la relación con las aproximaciones conceptuales mencionadas, trabajadas desde otros campos de conocimiento; y por otro, la vinculación de los estudios con el universo de análisis de nuestra tesina, las efemérides, y el contexto en que se enmarcan las investigaciones, la República Argentina.

Entre las investigaciones recopiladas, se encuentra Memoria e identidad de Julio de Zan (2007), ponencia para el Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía de San Juan, publicada como artículo original en la Revista Tópicos n˚ 16. El autor hace una investigación desde el campo de la Historia, ahondando acerca de la construcción identitaria argentina en el siglo XXI, en la cual sostiene que ésta ya no solamente se encuentra ligada a la historiografía de acontecimientos fundacionales del estado nación sino que se ha comenzado a vincular con los hechos trágicos de la historia reciente. Plantea a la memoria como parte constitutiva de la identidad social, haciendo especial énfasis en el vínculo de ambas nociones y el rol que cumple el Estado en esta relación. Éste es definido como un ente del cual dependen «la reproducción y la duración de las identidades políticas de la modernidad […] a través de la historia escolar impartida por el sistema educativo oficial» (56).

Si bien el artículo no tiene en cuenta al diseño como una perspectiva de análisis, resulta especialmente interesante como antecedente debido a que comparte con esta tesina el concepto de identidad como eje vertebral y tiene en cuenta el lugar primordial que ocupa la escuela en el proceso de construcción de la misma: «la consolidación de los Estados modernos ha pretendido legitimarse casi siempre mediante políticas culturales orientadas a la construcción de nuevas identidades nacionales integradas y homogéneas, llevadas a cabo especialmente desde el siglo XIX a través del sistema educativo y de la conscripción militar» (53-54). Al respecto, el autor hace hincapié en el rol del estado dentro del recorte historiográfico, sosteniendo que «la política cultural de las élites dominantes, constructoras de los grandes Estados modernos, [...] ha sido fundamentalmente una política de universalización, o de imposición de la memoria de los vencedores» (53). Es así que la formación de este canon de hechos históricos no debe entenderse como una selección de rasgos inocente sino que responde a una serie de decisiones vinculadas a generar políticas de consolidación de unidad nacional desde el Estado.

A su vez, el autor retoma a Pierre Nora, historiador francés, conocido por sus estudios sobre identidad, quien afirma que:

La memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida de manera individual. Por el contrario, la historia es una construcción siempre problemática e incompleta, de aquello que ha dejado de existir pero dejó rastros [...] es una operación puramente intelectual, laica, que exige un análisis y un discurso crítico» (Nora, 2006; citado en De Zan, 2007: 51).

En tanto fenómeno colectivo, la memoria entonces estaría estrechamente asociada a los imaginarios sociales, alimentados por parte del Estado a través de ciertos rituales. Dentro de los mismos podemos encontrar a las efemérides, dispositivos que fueron estudiados por Mario Carretero a partir de una diferenciación entre tres representaciones del pasado que se orientan por objetivos muy distintos y que actúan de manera diferente en la experiencia social, como menciona De Zan.

La memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida de manera individual.
Nora, 2006: 35

Dentro de la vasta producción teórica de Carretero sobre este tema se encuentra el libro publicado en conjunto con José Castorina (2010), titulado La construcción del conocimiento histórico: enseñanza, narración e identidades, el cual condensa los resultados de los proyectos de investigación pertenecientes al programa PICT 2005-34778 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina. Podemos considerarlo un antecedente en tanto hace un análisis de los contenidos históricos y sociales que se imparten en las escuelas, teniendo en cuenta cómo su comprensión por parte de los alumnos influye en la construcción de la identidad nacional.

Si bien el libro en su totalidad da cuenta del desarrollo de los temas que proponemos indagar, los estudios que ofrecen una mayor correlación con esta investigación son aquellos expuestos en el capítulo Enseñanza de la historia e identidad nacional a través de las efemérides escolares, firmado por Carretero y Kriger, donde los autores reflexionan acerca los modos en que la práctica de la conmemoración de las efemérides se articula con la enseñanza disciplinar de la historia. En principio, se pone en foco un debate acerca de los usos correctos del pasado en el ámbito educativo y se propone una diferenciación entre dos orientaciones dentro de la pedagogía de la historia. Mientras que una está vinculada a un ideario filosófico ilustrado-universalista, con objetivos cognitivos dirigidos a la formación de conocimiento historiográfico, otra responde a un ideario romántico particularista, dirigido a la formación del sentimiento nacional.

En el origen de la escuela estatal se impuso el modelo romántico y, mientras que en países europeos se ha modificado, éste se mantiene en la mayoría de los países latinoamericanos. Los autores advierten que la adopción de este modelo legitima un relato estereotipado y de alto sesgo político que muchas veces se superpone a la información historiográfica, lo cual conlleva serios riesgos en la formación de capacidades críticas y de pensamiento histórico de los alumnos.

En ese sentido, la efeméride funciona como dispositivo identitario:

Práctica nacida en el marco de políticas estatales en las que la escuela funcionó como un importante agente de cohesión de poblaciones étnica y culturalmente heterogéneas, en el interior de proyectos educativos nacionalizantes que concedieron una gran importancia a la formación del sentimiento patriótico (63).

Los autores coinciden en que las efemérides distribuyen las narrativas comunes del pasado (y no propiamente de la historia) a través de la escuela, que cumple un rol clave en el encuentro entre Estado y sociedad civil, instaurando en las nuevas generaciones el repertorio tradicional de imágenes y valores de la historia oficial.

Continuando el conjunto de investigaciones que preceden a nuestra propuesta temática, se encuentra La Argentina en la escuela: la idea de nación en los textos escolares, libro escrito por Luis Alberto Romero (2004). El mismo se refiere a los conceptos de identidad y nacionalidad desde el campo de la Historia y realiza su investigación a partir del análisis de libros de texto escolares. Nos resulta especialmente enriquecedor ya que su objeto de estudio se encuentra directamente relacionado con nuestras fuentes de construcción de corpus de análisis, además de enmarcarse en el mismo contexto espacio-temporal dentro del cual pretendemos trabajar: la República Argentina desde 1950 hasta la actualidad.

Romero advierte que los libros de texto funcionan a modo de condensadores del imaginario argentino y plasman la ideología que adoptó el estado a lo largo del tiempo. En ese sentido, se plantea interrogantes acerca de la construcción de la imagen estereotipada de la nación en estos instrumentos del sistema educativo: de qué manera se elaboraron convicciones y valores generales, y se transformaron en saberes ritualizados, certidumbres y lugares comunes sobre el pasado de la nación argentina. Nuestra investigación comparte estos interrogantes, buscando hacer un aporte a través del reconocimiento del lugar que ocupan las imágenes dentro de los mencionados procesos de elaboración y transformación.

Avanzando en sus análisis, el autor indaga sobre los objetivos de los materiales de estudio escolares y determina que los mismos se ven más interesados en definir comportamientos que en transmitir contenidos históricos:

El carácter esencial de la patria, su capacidad para atravesar el tiempo sin verse modificada, impone a los lectores una obligación que es constante: de respeto hacia el pasado, de acción común en el presente y de responsabilidad de mejoramiento material y espiritual hacia el futuro, siempre bajo la luz de los valores que definen la identidad de la patria y del ser argentino (131).

Es así que las directrices anteriormente mencionadas se vuelven clave en la génesis de nuestra identidad nacional, reforzadas por la reproducción de un relato unívoco que «ha sido elaborado a partir de ideas y de concepciones académicas y científicas diversas, que fueron amalgamadas, eliminando los puntos conflictivos, y a la vez cerrando la puerta a interpretaciones alternativas» (201).

Otra investigación que tiene como objeto de estudio el libro de texto escolar es la llevada a cabo por Gabriela Cruder (2008) en La educación de la mirada: sobre los sentidos de la imagen en los libros de texto, libro basado en su tesis doctoral en Ciencias de la Educación. Es especialmente interesante para ser abordada como antecedente en esta tesina en tanto se enfoca en el repertorio de imágenes presentes en estos dispositivos y propone un análisis semiótico de las mismas donde se reflexiona acerca de sus criterios de selección y configuración. Nos resulta enriquecedor el marco teórico propuesto por Cruder ya que compartimos su enfoque y trabajaremos con gran parte de los autores que sustentan su bibliografía. La autora advierte acerca de la escasez de producción teórica sobre las imágenes en este tipo de publicaciones y la hipótesis que guía sus análisis es la siguiente:

Las imágenes que transporta el dispositivo escolar libro de texto proponen un repertorio que paradójicamente, dado que la imagen muestra, expone, da a ver, opera a modo de currículum oculto, propiciando la fijación y legitimación de condiciones estéticas y simbólicas más allá de las apariencias (15).

Al igual que los autores anteriormente trabajados, Cruder coincide en que los materiales de enseñanza se encargan de vehiculizar todo un aparato representacional e ideológico que se apoya en el carácter legítimo del conocimiento impartido en las instituciones escolares. En ese sentido, el hecho de naturalizar el recorte y uso de las imágenes que acompañan a los procesos de aprendizaje no permite advertir el funcionamiento adoctrinante de las mismas, de modo que se genera un canon «de diversidad sólo aparente y de insistencia permanente, hasta el punto de constituirse en una suerte de servicio visual obligatorio» (192). Según la autora, estas regularidades de selección y configuración aportan a la construcción de un género que da cuenta de un estilo de época, «tan fuertemente desplegado en la ilustración escolar como en los géneros de la comunicación masiva implantados en los distintos soportes mediáticos» (192).

Las apreciaciones que hace la autora están fuertemente vinculadas con el lineamiento romántico de la enseñanza histórica que propone Carretero. Asevera que la utilización de texto imagen tiende a la formación del gusto legítimo más que a la ampliación del conocimiento. Respecto de las representaciones de las efemérides en particular, definidas en el libro como catalizadoras identitarias, se detectan constantes en cuanto a su construcción narrativa: más allá del tiempo histórico, lo que prevalece es el tiempo mítico, «sucesos que pueden, en parte, haber tenido algún desarrollo verídico pero que hunden sus raíces en relatos con carácter fundamentalmente ficcional, imaginario» (122).

Finalmente, dentro del conjunto de estudios que conforman el estado del arte de esta investigación se encuentra la tesis de maestría en Diseño Comunicacional de Adriana Guevara (2015), titulada Huellas y marcas: de la monumentomanía al mapping histórico. Discursos e imaginarios urbanos en la ciudad de Buenos Aires en los festejos de los Centenarios. La investigación versa sobre la relación entre festejos patrios en el espacio público y la consolidación de los imaginarios urbanos, tomando como objeto de estudio las celebraciones del Centenario y Bicentenario de la Revolución de Mayo en la ciudad de Buenos Aires.

En la hipótesis se plantea a los imaginarios urbanos como uno de los más importantes vehículos a través del cual se produce la comunicación entre la ciudad y la sociedad, instaurando a partir de su conformación nuevas imágenes, formas y espacialidades arquitectónicas y urbanas, abriendo posibilidades a nuevas resignificaciones. A su vez, se cree que los festejos urbanos posibilitan en los participantes una apertura a la emoción y a la conexión con lo sensible. Para comprobarlo, este estudio se nutre principalmente de la Teoría de la Semiosis Social de Eliseo Verón, pero también se vale de disciplinas como la antropología urbana, la sociología o el urbanismo, ya que considera que «el fenómeno de creación colectiva de un imaginario urbano es demasiado complejo como para leerlo de modo lineal» (Guevara, 2015: 01). En primer lugar, nos parece interesante la postura de la autora respecto de los imaginarios, ya que establece un vínculo directo entre éstos y ciertas prácticas sociales.

Los imaginarios expresan, en contextos sociales particulares, supuestos que no se cuestionan, lo que se supone que “existe”. Son imaginarios colectivos, son sociales, y han sido integrados, entrelazados al “sentido común” del contexto social en donde se erigen. Crean “imágenes guía” o “imágenes actuantes” [...] Una vez construidos, tienen la capacidad de influir y orientar a nuevas prácticas y discursos, estando en constante estado de modificación, siendo incluso posible que un imaginario no tenga un referente histórico o material concreto, o incluso que este referente haya desaparecido y el imaginario perdure, manteniendo su capacidad de influir sobre las prácticas sociales pudiendo migrar de un contexto social a otro (13-14).

A partir de esto, la autora reflexiona acerca del rol de los festejos patrios, considerándolos como catalizadores «que abren vías rápidas a la memoria y a la emoción, siendo dispositivos ideales para instituir una comunicación que salva las diferencias de clases y de nivel cultural» (24) y entendiéndolos más allá del acontecimiento efímero, sino como parte de la conformación de nuevos imaginarios. A su vez, remarca la importancia de la construcción discursiva en cada uno de los acontecimientos, advirtiendo que «toda construcción de discurso implica la construcción de un relato, así como es un relato construido el de la identidad colectiva. La misma es leída como un conjunto de creencias compartidas de un sector de la sociedad, que implican una visión de sí misma, de un nosotros» (18).

Más allá del denso contenido teórico que presenta, esta investigación nos resulta relevante en tanto antecedente ya que compartimos el interés por el método de análisis que propone. Se trata del Atlas Mnemosyne ideado por Aby Warburg, el cual permite «establecer relaciones e inmanencias entre imágenes de distintos lugares geográficos y distintas épocas, siendo éste un proceso abierto e infinito» (174). Su procedimiento consiste en la selección y manipulación de imágenes, dando lugar a un análisis dialéctico que de cuenta de vínculos no perceptibles a simple vista.

Tras haber analizado todos los antecedentes, se vuelve imprescindible establecer relaciones a fin de generar un marco de referencia acerca de nuestro objeto de estudio. En los trabajos relevados se ha estudiado la participación de las efemérides en diferentes ámbitos: en la memoria colectiva (De Zan, 2007), en la construcción del relato histórico en los libros de texto (Romero, 2004), en la currícula escolar (Carretero y Castorina, 2010), en las imágenes presentes en los libros de texto (Cruder, 2008) y en los festejos urbanos (Guevara, 2015). Pese a que los abordajes se realizan desde diferentes disciplinas, se advierte una clara conformidad respecto del carácter eminentemente identitario de las efemérides, teniendo en cuenta que son consideradas dispositivos catalizadores del relato hegemónico y constructoras del imaginario social. El análisis pone de manifiesto que las nociones efemérides, identidad e imaginarios han sido puestas en relación con anterioridad. No obstante, nuestra investigación pretende abordar el estudio desde las incumbencias del diseño de comunicación visual, haciendo fuerte hincapié en el concepto de estereotipo, que si bien puede ser inferido en las investigaciones precedentes, nunca ha sido retomado como eje principal.