Para alcanzar la profundidad de análisis que amerita una tesina de grado es necesario el desarrollo de una herramienta metodológica capaz de operativizar los conceptos abordados en el marco teórico de manera profunda y abarcativa. Es así que se recupera el modelo operativo Nonágono Semiótico propuesto por Guerri (2014) para la especificación de una matriz que contemple los lineamientos específicos de esta investigación.
El Nonágono surge a partir de la disposición y combinación en un cuadro de doble entrada de las nociones peirceanas acerca del signo, resignificadas bajo las acepciones Forma, Existencia y Valor. Esta estructura vacía da cuenta de lugares lógicos de relaciones y no de contenidos fijos, ya que su valor reside en «establecer la dinámica interna de interrelación de las nueve partes, fuertemente interdependientes, y la relación del signo con el mundo exterior» (Guerri, 2014: 13).
En primer lugar, la construcción del Nonágono requiere de la definición de los correlatos del signo a ser analizado. Los mismos refieren a categorías materiales u operativas que constituirán los ejes horizontales de la matriz. En nuestro caso, los correlatos han sido especificados y argumentados en la revisión final de la teoría: el espacio de la primeridad se encuentra signado por la práctica teórica y comprende la noción de cultura; la segundidad por la práctica económica entendida como imagen; y la terceridad por la práctica política en términos de identidad.
Posteriormente se amplía triádicamente cada uno de estos correlatos por medio de la definición de tricotomías, caracterizadas como categorías formales, teóricas o conceptuales. La primera de ellas responde a la pura posibilidad del signo previo a ser actualizado en alguna pieza; la segunda alude a las concretas manifestaciones materiales y existenciales del signo; y la tercera guarda relación con la valoración estratégica de las manifestaciones presentes en la tricotomia anterior. Ésta última se relaciona a su vez con «los valores culturales, leyes y estrategias que operaron para lograr que los existentes se hayan materializado de esa manera» (11).
A la hora de definir estas categorías en nuestra tesina, podemos reflexionar acerca de cómo el devenir de la historia nacional traza hitos fundamentales a partir de los cuales se posibilitan diferentes mecanismos de memoria colectiva, entre los que se encuentra la celebración de efemérides; por tanto, el primer eje vertical se define como acontecimientos históricos nacionales. Dado que en este caso atenderemos a la materialización de las mismas en representaciones visuales, el segundo eje coincide con la categoría de signo icónico propuesta por Eco (1974) y desarrollada en el apartado de Imagen. Finalmente, y teniendo en cuenta el vínculo «del signo con su interpretante» (Guerri 2014: 11) que propone el tercer eje, se recupera la noción de estereotipo, que atraviesa todas las representaciones y posibilita un análisis que de cuenta de las valoraciones culturales del mismo.