Toda práctica humana es una práctica de significación: los modos en que pensamos la economía, la política, las instituciones están relacionados necesariamente a estos sentidos comunes, a estos hábitos que se han ido forjando a lo largo de la historia (Grimson, 2011). Pensar las efemérides históricas nacionales como parte de estos hábitos nos habilita a reflexionar acerca de su relevancia en la reproducción de valores hegemónicos. Las mismas se erigen como singularidades dentro del calendario que se encuentran fuertemente relacionadas al acto de rememorar acontecimientos que marcaron la historia del país. Su celebración como parte de la currícula escolar comienza en un contexto socio-político particular, donde el Estado ve la necesidad de promover la autopercepción de los ciudadanos como parte de un mismo grupo y construir un nexo identitario colectivo. Atendiendo a la reproducción de una tradición selectiva, este proceso social elabora un imaginario de gran riqueza, propiciando la instalación de estereotipos en la memoria visual de una sociedad, capaces de orientar hacia una interpretación unívoca de la imagen (Acebal y Maidana, 2009) y funcionar como factores de cohesión social (Amossy y Herschberg, 2001 [2010]). En relación con esto, las representaciones que integran este imaginario han sido definidas como catalizadoras identitarias, en tanto «símbolos de lo argentino que se ofrecen como repertorio encapsulado en un conjunto de imágenes [...] en los que se despliegan los modelos de identificación» (Cruder, 2008: 125).
En estas imágenes se pone en juego la facultad más controversial del diseño de comunicación visual: la función persuasiva. La misma es trabajada por María Ledesma bajo la categoría hacer-hacer, donde se estudian representaciones que «plantean una modificación de la conducta del destinatario, y buscan una nueva adhesión o un reforzamiento de la existente; por lo tanto, en ellos se juegan con fuerza cuestiones ideológicas» (Ledesma, 1997 [1999]: 66). En ese sentido, nos preguntamos por qué, para qué y de qué manera se instrumentan institucionalmente las representaciones de las efemérides. Resulta interesante pensar estos interrogantes desde la perspectiva que propone Marta Zátonyi (2002) respecto de las epopeyas clásicas:
Las epopeyas del mundo clásico tenían el fundamental objetivo de argumentar, ideologizar los acontecimientos que sucedieron en el camino de un pueblo hacia la conformación como una nación. Con esta literalización de la historia se establece también el correspondiente código ético que marca y determina el bien y el mal socialmente convenidos (141).
Todas estas particularidades nos interpelan, invitándonos a abordar esta temática desde el campo del diseño de la comunicación visual, procurando dar cuenta de la relevancia de la disciplina como una práctica cultural que posee la capacidad de operar socialmente regulando comportamientos (Ledesma, 1997 [1999]), potenciando en ciertos casos y limitando en otros los modos de actuar, percibir y significar de la sociedad. En particular, nos proponemos rastrear la trayectoria de las representaciones que integran el imaginario visual de las efemérides para poder reconocer las estrategias comunicacionales construidas en pos de ilustrar un relato de sentido unívoco respecto de la historia de nuestra nación.
Esta tesina propone en su capítulo inicial un primer acercamiento a la temática abordada, argumentando su relevancia para el campo disciplinar. A continuación se presenta el estado del arte que comprende tanto antecedentes vinculados a los ejes teóricos como aquellos que comparten el mismo objeto de estudio, pero lo investigan desde otras áreas. Asimismo, en este capítulo se explicitan la hipótesis y objetivos de esta investigación.
El siguiente capítulo está compuesto por los apartados cultura, identidad e imagen, nociones que constituyen el marco teórico que sustenta el análisis de esta tesina. Estos conceptos están articulados desde una perspectiva triádica que nos permite ser incisivos en el estudio de sus puntos de encuentro. La noción de cultura es trabajada desde los Estudios Culturales y estructurada a partir de los desarrollos de Williams (1977, 1981), los cuales enriquecen con los aportes de Grimson (2011) y Margulis (2009). En esta sección se presta especial atención a las categorías de hegemonía y reproducción cultural.
Por otro lado, la noción de identidad se aborda desde las perspectivas propuestas por Bauman (2005), García Canclini (1995) y Castells (1997). Se retoma la idea de nación en tanto comunidad imaginada (Anderson, 1983), estudiando su relación con los imaginarios visuales. Se trabaja fuertemente la noción de sedimentación para el estudio de la dimensión identitaria dentro del espacio nacional, propuesta por Grimson (2001, 2011). Este apartado concluye con el estudio de la práctica social de las efemérides en relación a la reproducción de valores hegemónicos, a la luz de las investigaciones de Carretero (2004, 2006, 2007, 2010), Castorina (2010), Bertoni (1992, 2001) y López (2009).
En tercer lugar, se aborda el concepto de imagen, en tanto dispositivo que transmite, de forma codificada, un cierto saber sobre lo real (Aumont, 1992). Ésta se inscribe en un campo culturalmente coordenado que, según Schnaith (1987), posee tres planos de significación: perceptivo, representativo y cognitivo. Nos resulta especialmente interesante la categoría de signo icónico propuesta por Eco (1974), ya que nos permite estudiar el proceso de doble codificación al que somete la imagen, atendiendo en particular a la noción de convención iconológica y a los niveles de codificación icónico e iconográfico. Posteriormente, se profundiza sobre la noción de estereotipo, clave para los fines de esta investigación, cuyo eje atiende a los estudios de Acebal y Maidana (2009). Se hace hincapié en la nociones de atractor visual simbólico (Magariños de Morentin, 2001) y las estrategias de uso posible del estereotipo: reproductivo, concesivo y cuestionador. Concluido este apartado, se hace una revisión final de la teoría, estableciendo la correlación entre los conceptos desarrollados y las nociones de práctica social, económica y política a partir de la relectura de Althusser (1965) por Guerri (2014).
En el tercer capítulo se especifican cuestiones que hacen a la metodología de la investigación: su enfoque, recorte de audiencia y criterios de selección del corpus. Posteriormente, se explicita el modo en que los correlatos planteados en la Revisión final de la teoría se amplían triádicamente para construir y especificar el Nonágono Semiótico (Guerri, 2014), herramienta metodológica que se utilizará para el análisis de las piezas. Sobre el final del capítulo, se expone acerca de una segunda herramienta, clave para la configuración de los objetos de análisis: el Atlas Mnemosyne, de Aby Warburg (2010).
El cuarto capítulo abarca el análisis particular de cada uno de los objetos de estudio, a través de la herramienta metodológica propuesta. A continuación, una lectura relacional conjunta expone las apreciaciones resultantes de las matrices, poniendo en diálogo las mismas a fin de dar cuenta de sus puntos de contacto y divergencias.
Finalmente, en el quinto capítulo se abordan las conclusiones de la investigación, volviendo sobre la hipótesis y objetivos planteados al comienzo de la misma.